lunes, 20 de mayo de 2013

El pelo también se teñía con henna, consiguiendo mil matices o bien se rasuraban completamente para facilitar los continuos cambios de pelucas.

La piel, con ungüentos, aceites y baños perfumados o de leche cuidaban de mantener una piel tersa y extremadamente suave.

Los ojos se remarcaban en negro, engrandeciendo y suavizando su forma natural, maquillándolos en tonos turquesas o azules que obtenían a base de mezclar tierra, cenizas y tinta.


Las cejas maquilladas gruesas y de un negro intenso, era tan largas que se escondían por las pelucas.


Productos extraídos de las plantas eran utilizados para el blanco de la cara, el rojo-naranja para las mejillas.

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